"Reapareciste en mi vida como aquella flor, traspapelada entre las páginas de ese libro al que se retoman sus lecturas, como ese arpegio que nos remonta en la luz de su velocidad al instante oportuno, que inspiró aquel beso y luego, todo lo demás..."

viernes, 17 de septiembre de 2010

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Todo indica que ser honesto y trabajador, también nos posibilita a saltar del anonimato a la fama: ¿Cómo? Primero dejaremos pisotearnos la cabeza hasta quedar sepultados a no menos de 600 metros. Luego, si pasado un trimestre seguimos emanando el mismo aliento fétido, olemos a cebo y nos reconocemos sin vernos, sabremos que aun estamos vivos. Pronto la noticia se hará eco y cautivará hasta los habitantes de los poblados más recónditos. En un abrir y cerrar de ojos, desde nuestro habitáculo, estaremos listos para dominar el mundo.
Desde santos patronos a ingenieros de la NASA, desde amigos furtivos a ex amantes y políticos siempre dispuestos a estrechar una mano, harán presencia. Entonces, transformarán nuestra caverna en una especie de suite cinco estrellas e intentarán trasladarnos todo el confort posible a través de un ducto del diámetro de un sifón Drago.
¿Qué haremos mientras la tecnología por fin es encausada con fines rescatistas y la psicología nos contiene del canibalismo? ¡Fácil! Dictaremos cursos acelerados de “como hacer” para llegar a China cavando nuestro propio agujero, escribiremos poemas alegóricos a “El amor y las rocas”, impondremos una “axílica” fragancia de perfumes y no nos detendremos hasta firmar contrato con Hollywood.
Todo es posible en este gran reality, donde a fin de cuentas; aún, en la superficie, todos terminarán creyendo que no es tan desagradable e inhumano, ser minero.

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David.