"Reapareciste en mi vida como aquella flor, traspapelada entre las páginas de ese libro al que se retoman sus lecturas, como ese arpegio que nos remonta en la luz de su velocidad al instante oportuno, que inspiró aquel beso y luego, todo lo demás..."

domingo, 24 de octubre de 2010

N A I C A


En tierra de geometrías, anclamos… un estadío más, en la búsqueda. Alejados del infierno de la superficie, te descubro ante un edén de selenita, de “celsios”, que sofocan el sueño visionario de Verne.
Tapices de espadas se aristan por doquier. Ojos de vidrio cincelados: guardianes del silencio, de lo hermético.
Cuanto llevará a los de “arriba” descubrirnos, corromper la naturaleza de estas grutas, saquear sus reliquias…
Lo que el correr del agua pudo crear en el corazón del inframundo, difícilmente depure, la corteza de nuestra piel.


Ojos de cíclope apagan el flash, impregna aun nuestro asombro. Un lejano goteo quiebra el vacío, quizás el reverb de algún adormecido temblor.

Es la última viñeta de la historia, niego que algo haya quedado pendiente… El mundo insiste en girar sobre su eje raído. El mundo insiste en dar lumbre aun cuando… Savia y roca, firmamento y océano: desde antes de siempre, jugamos al T.E.G y nos damos el lujo de patear el tablero.
Es hora entonces de frenar el tiempo, de dar al César su Atlántida, de agitar el pequeño domo y ver a través de su cúpula de acrílico, como el paisaje de ilusión, remonta sus partículas en el agua.

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David.