"Reapareciste en mi vida como aquella flor, traspapelada entre las páginas de ese libro al que se retoman sus lecturas, como ese arpegio que nos remonta en la luz de su velocidad al instante oportuno, que inspiró aquel beso y luego, todo lo demás..."

lunes, 28 de diciembre de 2009

V I A J E R O

Llegué a destino; calmo, indemne.   Urgía saciar dudas, esclarecer interrogantes que inquietaban a los hombres de donde venía. Comprobar la veracidad, ante los mitos forjados.   Testigo de otros cataclismos, permanecí atónito a éste:    ¿Descripto en cuartetas, tal vez?    Pude palparlo en la acidez del verde mustio, en la desolación vertida por las grietas del humus.   Tomé una impresión del incierto. ¿Qué podría cambiar con esta lectura? –“cebo vigía” en el confín de los confines–. Fragmentado: un macro panorámico al crepúsculo y su diadema de tintes ígneos. Galería de arte sin reversa; Enana blanca, Gigante roja… a saber.
El viento ensordecido al alboroto de las urbes. ¿Por qué?   Éramos conscientes; el “Señor” no podía revertir el curso de nuestros yerros.   ¡A pedazos! nuestro mundo se desplomaba en un océano de materia oscura y no lo sostuvimos, donde sedientos morían por miles, ojivas nacían por múltiplos, ¡Y no reparamos en ello!    …Atestaban los “electros” por doquier: ¿Adrede tal vez? En ese mundo crecí, me enamoré, luché, también desistí. Me sublevé al Sol…   Quizás como el Rock, necesitaba ese sonido valvular, transgredir el talento al pentagrama, hallar una vuelta de tuerca a mi “exquisito” suicidio personal:   Apuesto a que todavía no te lo cuestionaste…
Entre tsunamis, me hiciste reír. Mis pies se elevaron al pavimento. Solo quería distinguirte de las “calcos”, tenerte…   Nada ya importó. No necesité de hardwares para mantenerme vivo. Todo había tomado otra dimensión: las hojas ambarinas de Junio, los arpegios acústicos, la sensación de sentirme adolescente junto a vos abrazándote al pié de aquella persiana: ¿Cómo estás? ¿Descansaste bien? ¿Y tus hijos?   Es que no había podido disfrutar de lo simple ¿entendés? hasta el impulso íntegro de tu beso. El mismo que apostó transcender los límites, partió del darnos cuenta de lo superfluo, de lo falto de sueños tangibles…
Como viajero de lo atemporal, debí mirar más lejos para rever los principios…
Un paisaje acertado de Wells. Un vaticinio de Asimov.   “Mas soles hay en el universo, que partículas de arena en todas las costas del planeta.” Formuló Sagan.

Un cielo en vilo me observó, aún ingenuo.


¿Hacia dónde ir…?


Del libro "Nosotros, homínidos"

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David.