P A N G E A
Es un cruce, nada más. Probablemente un falso algoritmo de otra estadística sin importancia. Data en lo geográfico del mismo relleno de cemento y canto rodado, bajo la geometría de la misma marquesina. Un cruce nada más, que hace de ese ártico un desierto improbable.
Dos géneros en un planisferio de Pangea, dos gotas de magma al borde de la erupción, dos esclavos claustrofóbicos entre gigantes de concreto. Toda la humanidad en tu mirada, todo mi egoísmo por tu devoción. Puedo leerte sin prólogos, llegar a lo profundo de la trama, donde tus huellas se arrollan como olas, donde el borrón no es cuenta nueva, donde tu “manual de consulta” no es sino, un cuaderno en blanco y un revoltijo de crayones.
¿Qué difiere entonces de un segundo, lo eterno: cuando fueron sesenta milésimos de placer y la duda, un estigma a perdurar por siempre?
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David.